La innovación como estrategia de inserción laboral

Todos los discursos por más que simulen objetividad están sesgados por la subjetividad de la experiencia personal. Como ya he expresado en otros posts, este blog tiene para mí el objetivo de tener una “voz” fuera de la bajada del conocimiento dogmática y acrítica a la cual nos habitúan.  No pretendo más que expresar un pedacito de mi experiencia sin ánimo de ser portadora de la verdad.

Vivimos en mundo donde nos subjetivan como seres vulnerables y competitivos. Vulnerables ante la potencial exclusión  y en retroalimentación competitivos con nuestros pares.

Esta dicotomía, funcional a todos los espacios del sistema, es indudablemente pertinente cuando hablamos del mercado de trabajo. Aceptamos la precariedad ante la posibilidad de quedar afuera, y  nos empeñamos en ser cada día mejor para sacarle el lugar a otro. El trasfondo de esta cuestión, es que ante los ojos de la mayoría, sólo existe un modo de pertenecer,  y aunque con algunas variantes, sólo existe una manera de integrarse y desarrollarse laboralmente (dinámicas jerárquicas en empresas, en la academia, en el sector público, etc.).

El resultado es la anulación de nuestras competencias creativas.

¿Qué sucede con la construcción de nuestra subjetividad profesional? 

Muchas veces en este camino de construir mi propia identidad profesional  me encontré entre los siguientes interrogantes: ¿Es esto competente a mi carrera y formación? ¿estoy de verdad trabajando de “lo mío”? ¿Es esto para lo que estudié o le estoy errando de lugar, de puesto, del modo en que pongo en práctica mi título?

¿Sobreviven en verdad estas ideas recortadas de la profesión con vistas al futuro del trabajo? 

Lo cierto es que, el mundo experimenta un gran cambio de paradigma a nivel relaciones  y vínculos de todo tipo. La Revolución Tecnológica y Digital nos abre las puertas a un mundo global, al mundo de la creación sin límites, donde todo está al alcance de nuestras manos.

Los estándares tradicionales de todo tipo se deshacen, desaparecen. El mundo recepciona lo novedoso, lo consume y lo valora. 

No sólo eso, las dinámicas de trabajo comienzan a tomar formas inimaginables hace veinte años atrás. “Innovar” se ha vuelto una estrategia para sobrevivir ante la incertidumbre que genera el desmembramiento de las estructuras sólidas de los espacios de trabajo.
No sé si tengo la receta, ni los pasos a seguir para que de una vez por todas la creatividad y el deseo de innovar atraviese por fin nuestra forma de construir empleabilidades (habilidades+empleo).

Lo que sí sé,  es que nada sucede si  nos seguimos quedando en ese lugar de actores sociales “vulnerados”  por las estructuras; y que a veces lo más revolucionario se puede gestar desde un lugar pequeño y con recursos que están al alcance de nuestras manos.
Por eso, la creatividad también debe tener lugar cuando nos paramos ante el mundo del trabajo. CREAR invita a socializar, a mantenernos inquietos, a leer, a investigar, a ser críticos y analíticos, estrategas, a imaginar objetivos grandes y escalones pequeños para conseguirlos, CREAR es animarse, es confiar en lo que somos y en el camino que transitamos para llegar a donde estamos.

Ninguna situación externa puede determinar un riesgo más grande que nuestra propia pasividad.